miércoles, 15 de diciembre de 2010

LAS SEÑALES DE SU VIDA

     Hoy acabe de rebote tomando café en casa de otra de mis amigas.
Y de casualidad coincidí con otra amiga, de la mía. 
Y he de decir que esta última me da mucho juego en cualquier tema. Es una mujer culta e inteligente, y lo que nos une a parte de muchas curiosidades es la pasión por leer. 
Siempre bien informada, acabamos hablando de temas insólitos y soltando una carcajada. No te puedes llegar a hacer una idea del bien que te hace rodearte de personas como ella.
Y así como si nada, comenté mi intención de quitarme una verruga que tengo en el cuello. La verdad que molestarme no me molesta, o a lo mejor si. Pero para ser sincera del todo ya no la quiero conmigo. En definitiva si sigo así cuando entre el el reino de los cielos llegaré casi perfecta.
Y ahora me pregunto "¿que es lo que lleva a la mujer a hacerse pequeños retoques estéticos? ¿realmente es la encrucijada de la edad?" Porque de ser así yo estoy ahora en esa tesitura.
Cuando tenía veinte años no era partidaria de los retoques estéticos, y entre en los treinta con la misma idea. Pero ahora no los descartaría, ¿y porque no?.
Y entre un café de máquina y un trozo de pastel con cabello de ángel me dice que mi verruga se quitaría restregandome un ajo. 
Ya voy acostumbrándome a este tipo de sobresaltos, ya no me atraganto aunque nunca dejaré de sorprenderme. Ni con ella ni con ninguna. 
Y ahora después de llevar un par de meses en lista de espera para el dermatólogo, la solución la tengo en un tarro que tengo en la cocina, dónde tengo varias cabezas de ajo. 
Su comentario no se muy bien dónde ubicarlo, en "¿remedios caseros?" "¿leyendas?" o "¿coincidencias?"-
Tengo que coger medio ajo y frotar la verruga, y ahí no acaba todo, luego tirar el ajo a un tejado dónde le de el sol. Justo cuando el ajo se seque la verruga desaparecerá. Y cuando me llamen del hospital vasta con decirles que sus listas de espera pueden acortarlas recetando mitades de ajo. 
Y como si de una carrera se tratara empezamos hablar de todos los remedios de antaño que en un porcentaje relativamente aceptable dieron resultado. 
Relojes parados en casa que no dan paso a tener hijos, santos como San Blas que has de ofrecerle la parte del cuerpo que tengan que sanarte. Llegados a este punto no sabía que existían en el mercado gargantas de cera por si la operación es de tiroides. 
"¿Es la necesidad de creer en algo?" "¿La fe puede llegar a mover montañas, incluso hacer desaparecer verrugas?".
Para ella las cosas importantes de su vida han estado guiadas de señales. 
Para una mujer como ella que lleva tres nombres en vez de uno, se acerca más a creer en alguien que en fruto de la casualidad.
El deseo de ser madre le hizo agarrarse a cualquier señal que le indicara el camino a seguir. 
Después de innumerables tratamientos de fertilidad se rindió a las puertas de comenzar una in Vitro. Y como un soplo de aire fresco que se cuela al abrir la ventana, decidió adoptar a su hijo a raíz de ver un reportaje en la televisión.
"¿Es lo que creemos o lo que sentimos?".
Tuvo un aporte económico extra que le cayó del cielo y le llevó directa a no salirse del camino que había comenzado. Ahí seguían las señales. 
Y como tocada con la barita mágica del hada allí estaba esperándola su hijo. Aquel que siempre supo que era de ella. No hay duda alguna que tuvo el mismo sufrimiento hasta que llegó a el, como la madre que sabe que está embarazada. Incluso yo diría que más, porque el de ella ya estaba fuera y a miles de kilómetros de distancia.
Desde el primer momento que recibió su foto, fue su primera ecografía. 
Desde aquel segundo salió a comprarle ropita como una mama más. Lo único que marcó diferencia fue que ella le veía bien clara la cara, y las mamas que lo llevan dentro lo ven en una bolsa llena de agua, entre movimientos lentos y torpes durante nueve meses.
Ella ya veía que se parecía a su marido. Por que si los ves a los dos son iguales. 
Cuando llegó el día no hubo ni fotos ni vídeo.
Demasiados ocupados. Ella daba a luz a siete meses de espera. Con el mismo dolor que cuando empujas para que salga, le cogió y sintió el vacío del tiempo hasta que llegaron a encontrarse.
"¿Quien se atrevería a pensar que no era de ella?".
Gracias a los avances que hemos experimentado, unas pueden ver a sus hijos en tres dimensiones y otras a foto real. Porque realmente la sangre que corre es la tuya, independientemente de haberlo parido o adoptado. 
Porque cuando una mujer decide adoptar un bebe se teje un hilo invisible al cual se engancha un periodo de tiempo largo, igualmente doloroso que la incertidumbre que lo acompaña hasta que llega el día en que le puedes tocar. 
"¿Quien es nadie para decir que el dolor físico es más terrible que el que conlleva los sentimientos?".
Yo no. 
Lo único realmente importante y valido es la unión que trae consigo tener un hijo. Y a estas alturas no es mas madre la que lo engendra que la que lo adopta. 
Como todo lo que rodea a la mujer lo más importante son los sentimientos. 
Así que, porque no, mi amiga tuvo un parto a miles de kilómetros de distancia. 
Sufrió sus primeros dientes, sus primeras caídas. Vivió intensamente cuando arrancó a montar el solo en bici, cuando hizo su primer dibujo casi perfecto. 

Porque la suerte que tienen las mujeres es que la maternidad se puede llevar los lejos que una quiera, tan solo hay que seguir las señales. 

Por cierto, a día de hoy no se me ha caído la verruga, ni tampoco me han llamado del médico. Intento seguir las señales, pero nada. Lastima.

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