sábado, 30 de marzo de 2013

LA PANACEA DE LA AMISTAD

En este blog he plasmado a modo de relato las anécdotas divertidas, tristes y surrealitas que me han pasado a mi , a mis conocidas, y a mis amigas. Me he delatado en lo importante que han sido para mi la amistad en distintas étapas de mi vida. Algunas perduran, otras se alejaron y nos perdimos la pista y un número pequeño se rompieron llegando a la conclusión de que nunca fueron amistades.
Pero el otro día me encontré con alguien que en un pasado fue compañera y sin llegar a ser amiga íntima compartimos cafés y alguna confidencia.
Mientras paseaba por un mercadillo de antiguedades casí choqué con ella y nos sorprendimos de vernos.
Como muchas de las historias aquí contadas surgió sin un guion prévio. Saludo, exclamación de emocion y enseguida nos sentamos en un cafetería con terraza que tienen ese aire tan cosmopólita que a mi  gusta.
Esta chica no tenía hijos, tampoco los quiso nunca y no estaba casada. Pero charlando y charlando me enteré que tenía un hijo ya casi adolescente.
Yo al principio por el tiempo que hacía que nos conociamos las cuentas no me daban. Luego pensé que sería adoptado o tal vez que tendría pareja de esas que vienen con el lote completo de hijos.
Pero llegó a sacarme de dudas cuando me contó que le había tocado en herencia.
Madre mía dije con la ironía que a veces me caracteriza, "no sabía que los hijos de alguien pueden heredarse".
Y volví a plantearme que las historias me buscan a mi, que no es posible.
Y así fue, heredó un hijo. Yo ladeé la cabeza y con los ojos abiertos y la ceja derecha arqueada le propuse que siguiera hablando, que aunque se abriera la tierra la seguiría para saber el final de la historia.
Su amiga intima así lo dejó en su testamento.
El niño tenía familia materna, no así paterna porque fue madre soltera. Pero sorprendente se encontró que en los últimos dias de la enfermedad de su amiga esta le confesó lo que había decidido. Para ella era su persona de confianza, no solo fue la amiga de fiestas, y secretos. Era la compañía cuando estaba sola, el apoyo y el consejo cuando estaba perdida y la esperanza que ya no tenía cuando enfermó. Me contó que su amiga le había llegado el momento de organizarlo todo para cuando ella faltara y lo principal de su vida era su hijo.El niño tenía más contacto con ella que con la familia materna debido a la distancia y creía que era lo mejor. La nombraba albacea y dejo una carta para que se hiciera con la custodia y patria potestad de su hijo.
Si abro más los ojos me quedo sin ellos. La verdad que a esta chica no la veía yo haciendo de madre. Y me planteé a el punto máximo en escala de valores en la que estaba su amistad. Le dejaba su hijo!!!!!!!!! como en las películas.
Y así fue, su amiga murió y todo quedó bien atado ante notario con la duda de que se tendría que enfrentar a la familia materna por defender la última voluntad que ni mucho menos era atormentada. Todo lo contrario fue una decisión difícil, meditada y consultada. Lo de consultada no lo entendí y pedí que me lo aclarará. Si, ella movió todos los hilos para que su amiga no solo se quedara como albacea y tutor de su hijo, sino para que nunca tuviera la oposición de su famila.
Mi amiga no tuvo que enfrentarse a pleitos, luchas en los tribunales ni nada parecido.
Tengo que decir que realmente quedé sin respiración sonandome los mocos y secandome las lágrimas que se me caían sin pausa.
A día de hoy han pasado cuatro años, ella pasa una fiesta de navidad con la familia del niño y la otra la pasan los dos con la suya propia. Tuvo que trasladarse ha dónde vivía hasta ese momento el niño y usan la vivienda porque no quiso romper el feliz y estable entorno que siempre tuvo.
El dinero eso por lo que todos nos peleamos en esta vida no se ha tocado. Ella lo cria y lo educa como suyo propio. La familia estuvo siempre de acuerdo y la apoyó en todo, se encontró con las puertas abietas de una nueva familia. Y en cuanto a lo legal como en España este tipo de cosas no se comtempla le favoreció la edad del menor que pudo elegir avalado por  el consentimiento de la familia materna y todos los papeles arreglados.
Ufff seguía sin respirar.
Mi amiga no recibió nada material, tan solo un fondo de dinero para que ella no corriera con los gastos hasta un tiempo, pero que ella desvió a la cuenta del niño.
Sorprendente pero ella me dijo y con eso me mató que era inmensamente rica con lo que la tocó en herencia. El comienzo fue solo difícil para ella, pero que EL se lo puso fácil.
Su amistad había traspasado todos los obstáculos posibles.
Mi amiga hace unos meses conoció alguien. No conviven juntos pero salen. 
Sabe que todos los miembros de esta historia son una familia atípica pero que el éxito está basado en la confianza y en la amistad.
En ese éxito y en esa confianza por la que dos amigas apostaron alto. Algo tan difícil de conseguir en los tiempos que corren, en la que la gente piensa que las amistades tienen que pertenecer a los mismos circulos sociales. Solteras con solteras, casadas y con hijos pues casadas y con hijos.
Mi amiga demostró que la amistad no entiende de circulos y vidas paralelas. Que evoluciona con el día, y se fortalece con el respeto y el apoyo.
 
Y quiero acabar el relato recomendando una película que vi hace muchos pero que mucho años y que viene a cuento por la historia. Fue con ella cuando descubri cual es la panacea de una buena amistad,"TOMATES VERDES FRITOS"

viernes, 8 de marzo de 2013

EL BALCÓN INDISCRETO 2ª Parte



Hoy sin casi acordarme de mi curiosidad salí al balcón porque era uno de esos días en que el buen tiempo asoma a nuesra isla. La hora después de comer es la mejor para sentarse y disfrutar. Yo esos ratos los empleo para mirar. Miro el balcón de la vecina de enfrente, miro como tiene tendida la ropa, miro si recogió la de ayer o si hace de su tendedero su armario porque a veces observo que pasan días con la misma ropa colgada y va cogiendo a demanda. Y claro ahora os preguntareis porque me fijo en esas cosas. Pues bueno igual que otros se fijan en los pájaros, en las flores. Que más da. Yo tengo controlada a mi vecina la de enfrente como y cuando de lo relacionado con su ropa. A las mujeres de mi familia siempre las he oido decir que el como tienda una mujer la ropa delata la manera de ser. Si es ordenada, limpia, mujer de su casa. Todas esas virtudes aun tan valoradas en una mujer.  Si ya se que estamos con esas cosas de antiguas pero dan resultado. Esto es como cuando alguien sin recursos siempre la vemos impecable. Y nos preguntamos que como lo hace. Es suficiente fijarse en sus zapatos y en su pelo, si esas dos cosas son impecables el resto no importa de que precio sea, irá perfecta.
Pero bueno sigamos con lo que ibamos porque siempre me gusta salirme del guión y a veces me junto con dos relatos en uno.
Hoy cuando salí a mi balcón no salí a mirar ropa tendida ni a aquella mujer que nada tiene que ver conmigo porque aun no la he encontrado nada similar.
Salí por el buen tiempo que hacía y para volver a ver el color dorado de unas sandalias que tengo listas para estrenar cuando vaya de cena con mi amiga del alma. Os cuento un secreto, compré una sandalias doradas porque me parecieron de cuento. Altas y de tiras y que su precio era tan barato que si no las hubiese comprado ahora estaría en mi balcón lamentadome de aquello.
Pero aun no las estrené y lo que hago, pues cuando tengo ocasión busco la caja, me las pruebo y si hace sol y calorcito salgo con ellas al balcón pongo la piernas en alto y mientras observo la ropa de la vecina miro mis pies con ellas puestas.
Y allí estaba yo con mis sandalias en la terraza alejándolas y acercándolas de mi vista para ver que efecto óptico harían cuando me la pusiese de verdad.
Y de repente allí estaba mi vecina, aquella que tiene una prole de hijos y lava la ropa a mano. 
(Para quien no sepa quien es tiene que leerse el relato de "El balcón indiscreto)
Se había quitado el pañuelo de la cabeza y había dejado al descubierto su larga melena negra azabache y lisa.
Yo salté de la silla como si me pincharan en el culo con una aguja y subida a mis taconazos me agaché para verla entre los barrotes de mi balcón.
En su patio reinaba el silencio, ningún niño a la vista, ningún hombre y ella con su pelo suelto, largo y mojado. Se lo lavaba en un barreño. Su pelo era brillante y liso, como a mi me gusta y su cara sin maquillar le daba un aspecto natural.
Me di cuenta en ese momento que sin querer subida a mis adamios de tiras doradas había encontrado algo en común con aquella mujer. Lejos de que fuesen sus costumbres o su cultura, que tanto nos separa, había algo aunque minusculo que teniamos en común. Algo que ellas ocultan pero que por ser mujer llevamos en nuestra secuencia de ADN, y es sencillamente la coquetería.
Se peinaba suavemente la melena y se echaba agua con un vaso para aclarar el exceso de espuma.
Y con un peine parecido a una peineta pequeña lo pasaba de arriba abajo. Luego se aplicó algo que sacaba de un bote y estuvo un rato con el suelto y sin tapar deleitandose al  igual que yo.
He de confesar que me olvidé por un rato de mis sandalias doradas y del dolor de espalda que luego tendría por estar curioseando que no es lo mismo que cotillear. Pero fue todo un banquete para los sentidos. Su melena negra, suave y con un olor dulzón a naranja. Pero igual que me levanté para verla como si tuviera agujas en el culo,casi me caigo encima de los cactus que tengo cuando aquel ritual que me había emborrachado con aquella mezcla de olores y movimientos se acabó cuando se tapó su cabello con un turbante. 
Se acabó la magia, entonces me puse de pie y pareciendo más alta de lo que soy me la quedé mirando desde mi balcón con una mezcla de sorpresa y decepción. Entonces me di cuenta que seguía siendo un mundo el que nos separaba. Un mundo con su cultura y con sus costumbres todas ellas ancladas en soberanas normas en las que la mujer nada pinta.
Entre para adentro haciendo resonar mis tacones con la sensacion de sentir mucho más´cerca la inevitable distancia que vi la primera vez entre las dos.
Aquella tarde me lave el pelo, lo perfumé y lo peiné con mimo. Estuve un buen rato mirandome en el espejo. Todo ello con las sandalias de tiras doradas puestas.
Lamentablemente no tenemos nada en común a la vista.